viernes, 28 de noviembre de 2008

Anda

Luis Eduardo Aute

Anda
quítate el vestido, las flores y las trampas
ponte la desnuda violencia que recatas
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
deja que descubra los montes de tu mapa
la concupiscencia secreta de tu alma
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
pídeme que viole las leyes que te encarnan
que no quede intacto ni un poro en la batalla
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

Anda
dime lo que sientes
no temas si me mata
que yo solo entiendo tus labios como espadas
y ven a mis brazos
dejemos los datos
seamos un cuerpo enamorado

martes, 25 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

Los amos del mundo

Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en 'El Semanal' el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, parece la visión de un profeta.

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nobel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

viernes, 14 de noviembre de 2008

martes, 11 de noviembre de 2008

La araña del amor


"La araña del amor, como me he complacido en titular esta encantadora imagen, nos muestra a dos bellas lesbianas mexicanas pilladas con las manos en la masa, sin saberlo, creo, según el método de HCB, que sólo hace instantáneas. Aquí, todo está velado, salvo lo esencial, y las buenas costumbres se respetan dentro del erotismo más extremo. El ojo del voyeur se deleita del todo inocente. ¡Qué suavidad!"

Escrito en tinta en la parte inferior de una copia cuidadosamente enmarcada, el texto está firmado por el escritor André-Pieyre de Mandiargues.

"Fue mi amigo durante más de medio siglo", dice Henri Cartier-Bresson. "Esta foto le encantaba..." Y pasa a relatar, con manifiesto placer, los pormenores de la obtención de la bella foto: "Fue en 1934, en México, donde yo me establecí por un año para participar en una misión etnográfica que se frustró. Un amigo pintor había decorado el piso de soltero de un ministro plenipotenciario. Todo el mundo bebía un tequila tras otro, menos yo, que tenía una disentería amebiana. Con mi amigo Tonio Salazar, fuimos a dar una vuelta por la casa; llegados a lo alto, oímos un vago ruido, abrimos la puerta... Yo llevo siempre la Leica. Tonio tomó una lámpara, yo apreté el disparador, y ya está. Hice dos o tres fotos más, inútilmente: hay un instante preciso y, después, ¡adiós! Lo que no sale en la foto es que yo estaba muy, muy malo, pero no mi amigo: se unió a las jóvenes. Después bajamos todos juntos, como si nada hubiera pasado".

Visto en Elfaro.net

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sincericidio II

Edgar Neville en un sencillo telegrama resumió el triste sino del diplomático. El mensaje decía: «Sin instrucciones concretas, sin idea de la misión que debo realizar y sin estar muy seguro de cómo llegaré a un lugar cuya localización geográfica desconozco, parto hacia Tegucigalpa en donde quedaré como siempre a las órdenes de vuecencia.» Fue destituido fulminantemente.

¿Cuál es el límite de la sinceridad? O mejor dicho ¿Cuál es el límite del engaño? ¿Hasta dónde se puede ocultar algo sin traicionar la confianza depositada? Esta pregunta con ligeras variantes es la que se hacen al menos una vez en la vida todas las personas a las que las circunstancias las han llevado a ser depositarias de un secreto propio o ajeno. ¿Hasta dónde mi vida debe ser un libro abierto para mi mujer, mi pareja, mi amigo, mi hijo, mi hermano?

En un lado de la balanza está el hecho de que todo el mundo tiene necesidad y derecho a la intimidad, sean cuales fueren las relaciones en las que esté involucrado y en el otro, se encuentra el "contrato" tácito o explícito que se tiene con las otras personas.

Al abordar el tema de la sinceridad en las relaciones entre dos -o más- personas con un vínculo emocional, surge la cuestión de si es preciso contar toda la verdad. Difícil cuestión. Y es que los seres humanos podemos ser tan impredecibles, que no siempre es fácil saber cómo va a reaccionar la otra persona ante nuestras confesiones.

Ciertamente, existen casos de personas que al escuchar confesiones apuradas se sienten profundamente conmovidas. Se crea una situación en la que la confianza puede crecer porque se ha dado un paso importante hacia una honestidad hasta entonces desconocida. Es verdad que muchas veces los secretos son los causantes del distanciamiento entre dos –o más- personas. Cuanto más se abre uno al otro –en el terreno de la comunicación–, más aumenta la cercanía. La comunicación prevalece y permite pasar a un plano de mayor comprensión, a un nuevo nivel de acercamiento.

No obstante, también es frecuente el caso contrario, cómo algunas personas somos incapaces de subsanar el daño resultante tras una confesión. De pronto se enfrentan a una situación que no esperaban ni deseaban. Se pueden sentir muy dolidas de forma incurable o imperdonable. Algunos psicólogos lo denominan 'sincericidio'. Es decir, cuando la sinceridad produce un efecto negativo, de alejamiento y desconfianza. A un grado tal, que la sincera confesión marca el fin de la relación.

Hacer revelaciones importantes requiere tiempo y preparación. Especialmente cuando los sentimientos implícitos son muy profundos. Al desear realizar confesiones es necesario que nos preguntemos si nos va a entender la otra persona. Ni todas las personas nos sabemos explicar ni todos nos saben entender.

Visto en el Blog de Minna