sábado, 30 de octubre de 2010

Manifiesto por una Universidad libre de pseudociencia y oscurantismo

Este manifiesto ha sido redactado J.M. Hernández para La Ciencia y sus Demonios. Este blog se suma a la iniciativa.

Ante la cada vez más abundante proliferación de conferencias, cursos, seminarios y todo tipo de actividades que diferentes corrientes pseudocientíficas están desarrollando dentro del marco de las universidades españolas y latinoamericanas, tendencia que cristaliza en la reciente creación de una Cátedra de Investigación sobre Homeopatía en la Universidad de Zaragoza, los abajo firmantes (científicos, profesores, alumnos y ciudadanos en general) nos vemos en la necesidad de manifestar lo siguiente:

La colaboración entre la Universidad y la Empresa, así como con otros organismos y agentes sociales es enriquecedora, productiva y debe ser considerada como una de las prioridades de la política universitaria. Los acuerdos y contratos para la transferencia de resultados de la investigación a la empresa privada pueden representar una importante fuente de financiación para las universidades públicas; los cuales, desarrollados convenientemente, permiten una mayor productividad científica y la optimización de las aplicaciones de tal actividad. Sin embargo, creemos que no es justificable que la Universidad busque vías de financiación a cualquier precio, y aún menos si con ello pervierte su filosofía y fines fundamentales.

La Universidad Pública, como cualquier otro organismo de la administración, debe estar al servicio del ciudadano, manteniendo un contacto permanente con la sociedad de la que forma parte, mediante una comunicación constante que permita la sintonía entre el mundo universitario y las necesidades sociales. Para cumplir estos objetivos, la Universidad debe ser un adalid en lo referente a innovación y a exploración de nuevos caminos para el conocimiento. La Universidad nunca debe ser una estatua, sino una animación en constante movimiento.

No es posible entender la función investigadora y el compromiso social de la Universidad sin la imbricación con su papel fundamental en la formación de ciudadanos libres, capaces de enfrentarse al mundo mediante una mentalidad crítica que les permita escapar de las cadenas de la irracionalidad, la superstición y la ignorancia. Esta función docente, completamente consustancial a la institución universitaria, va más allá de las aulas, al representar la Universidad un referente en cuanto a conocimiento y racionalidad para toda la sociedad.

En este sentido, la Universidad juega un papel muy importante ante el avance que en la sociedad contemporánea están teniendo determinadas corrientes anticientíficas y antirracionales, que pueden suponer un significativo retroceso hacia el oscurantismo y la superstición, algo que se encuentra en el polo opuesto de los objetivos universitarios. Nos preocupa, como universitarios y como ciudadanos, que bien entrado el siglo XXI cada vez prolifere un mayor número de terapias más próximas a la magia que a la medicina, en muchas ocasiones amparadas por instituciones y empresas médicas profesionales; nos preocupa que presidentes de gobierno consulten astrólogos; que pulseras mágicas declaradas oficialmente fraudulentas sean portadas por ministros de sanidad y constituyan el regalo más vendido de las últimas navidades; que cada vez haya más ciudadanos que crean firmemente que las vacunas son tóxicas y nefastas para la salud; que aumente el número de enfermos que abandonan el tratamiento médico para abrazar alternativas esotéricas; nos preocupa muy seriamente que gran parte de la población vuelva a confiar más en los curanderos que en la medicina científica.

Nos preocupa que la Universidad pueda convertirse en un mercadillo que de cabida a cualquier alternativa irracional al conocimiento científico. Sólo una mal entendida apertura de mentalidad puede justificar que se enseñe alquimia en las Facultades de Química, ufología en las de Física o el diluvio universal en las de Historia. Ofrecer el foro universitario a las pseudociencias, en igualdad de condiciones con el conocimiento racional, no se traduce en ningún enriquecimiento cultural, sino en una validación universitaria de la superstición y la charlatanería. Difícilmente podremos educar a nuestros hijos sobre la inexistencia de bases empíricas en la predicción astrológica si van a encontrar en el campus universitario cursos de postgrado en astrología.

Reza una de las máximas en ciencia que la razón no debe aceptar algo como cierto sólo porque lo afirme mucha gente o porque lo suscriban personajes importantes, y que siempre es necesario detenerse ante cualquier afirmación y dudar sobre si es o no cierta. Esto obliga a actuar mucho más despacio, a sopesar cuidadosamente las opciones, a avanzar con cautela ante cualquier tipo de propuesta. Y esta es una de las cosas que creemos firmemente que debe enseñarse en las universidades.

Por todo ello, nos preocupa que la Universidad de cabida a cursos sobre acupuntura, a conferencias sobre creacionismo, a seminarios sobre astrología y a cátedras sobre homeopatía. Nos preocupa especialmente si no se enfocan como un debate crítico y un análisis racional, sino con un presupuesto de funcionalidad y validación científica de los que no sólo carecen, sino que están en frontal oposición al espíritu crítico universitario.

En el caso concreto de la homeopatía, aunque de igual aplicación para el resto de pseudociencias, no se ha demostrado científicamente ni su fundamento teórico (que contradice nuestros conocimientos sobre química y medicina más elementales), ni su efectividad más allá de un placebo. Décadas atrás, se destinaron importantes estudios a buscar una posible base en los postulados homeopáticos, los cuales no han variado significativamente en doscientos años, base que jamás se encontró.

Nos resulta extremadamente paradójico que mientras gobiernos europeos retiran fondos y apoyos estatales a la práctica homeopática, en España se instauren cátedras dentro de las universidades públicas. El aval que esto supone, sitúa a la homeopatía, a la astrología o al espiritismo dentro de la categoría de disciplinas universitarias; máxime cuando no nos encontramos exclusivamente ante una actividad de investigación sobre un fenómeno dudoso, sino ante una institucionalización dirigida a la formación y divulgación de estos postulados.

Consideramos por último, que si bien está justificado profundizar y destinar fondos a cualquier aspecto que pueda ser investigado, la especial situación económica actual convierte la inversión de esfuerzo y medios en este tipo de disciplinas totalmente desacreditadas en un acto de puro despilfarro de recursos, que podrían emplearse en líneas de investigación y docencia muchísimo más prioritarias.

Las personas que desde distintos estamentos y colectivos de la sociedad suscribimos este manifiesto, deseamos llamar la atención sobre este importante aspecto al conjunto de la población y, especialmente, a las autoridades académicas y gubernativas, confiando en que la razón acabe imponiéndose sobre la superstición y el oscurantismo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Liz Murray: Una historia de superación

De niña, Liz Murray y sus hermanos fueron criados por un padres drogadictos terminales. Con 15 años, Murray se echó a la calle como una mendiga mas de Nueva York.

Lejos de tirar la toalla, logró seguir estudiando, obtuvo su diploma de secundaria, estudió en Harvard y se graduó.

Actualmente, Murray cuenta su historia en un libro, "Breaking Night: A Memoir of Forgiveness, Survival, and My Journey from Homeless to Harvard".

Da igual cuantas partes oscuras queden ocultas y veladas, lo que ha hecho esta mujer es excepcional y merece uno de los mayores reconocimientos.



Más en: The Guardian

viernes, 1 de octubre de 2010

EQUO: Manifiesto

Es el momento

En los últimos 50 años, la humanidad ha intervenido sobre la naturaleza y transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia. Esto ha contribuido a obtener considerables beneficios para el bienestar humano y para el desarrollo económico, pero no para todos los habitantes del planeta, y se ha realizado a costa de deteriorar el aire, el suelo, el agua y la diversidad biológica. Este deterioro está provocando la acentuación de la pobreza para millones de personas y miles de comunidades humanas, la extinción de numerosas formas de vida y la pérdida irreversible de los beneficios y servicios proporcionados por los ecosistemas destruidos, haciendo disminuir considerablemente las posibilidades de desarrollo de las generaciones presentes y futuras. El uso de recursos ha excedido los límites: la población humana mundial usa más recursos que los que el planeta puede generar. La humanidad se encuentra sumida en una deriva progresiva hacia un escenario global de futuro incierto, amenazado por un cambio climático de consecuencias catastróficas y una crisis sistémica sin precedentes. El cambio climático no amenaza al planeta en tanto que tal, pero sí a la civilización humana. La humanidad corre el peligro de perder el control sobre su propio destino.

En el pasado reciente se había extendido la ilusión de que bastaría con una toma de conciencia de los gobiernos sobre la importancia de la dimensión ambiental para propiciar los cambios necesarios. La formulación del desarrollo sostenible en sus dimensiones ambiental, social y económica, la adopción de compromisos concretos en las Cumbres de Río 92 y Johannesburgo 2002 y la firma de los Convenios de Cambio Climático y de Biodiversidad, parecían iniciar la senda del cambio. Sin embargo, en estos veinte años, la presión sobre los ecosistemas y su degradación, la desaparición de especies, el agotamiento de recursos no renovables, la pérdida de suelo, agua y atmósfera disponibles, la huella ecológica, la contaminación y las enfermedades de origen ambiental… han seguido creciendo a mucha mayor velocidad que en los veinte años anteriores, sin haber resuelto los principales problemas sociales. Mil millones de personas no disponen de agua potable, dos mil millones no tienen acceso a la energía eléctrica y tres mil millones viven con menos de dos euros al día. En España, sin ir más lejos, en esos mismos veinte años se han construido tantos edificios como en los últimos veinte siglos, con los correspondientes impactos y pérdida de territorio y recursos naturales, pero no se ha conseguido solucionar el desempleo.

Todo en aras de un progreso económico que la crisis ha revelado fallido. Es más: ese desarrollismo ha sido una de las causas principales de la crisis que hoy azota la economía mundial. La crisis no es tan sólo financiera, se trata de algo mucho más profundo: es la crisis de un modelo productivo y de consumo claramente insostenible, que debe cambiar. Pero las políticas tradicionales siguen encaminadas solamente a promover la continuidad de ese modelo. La idea de que es la expansión del sistema económico lo que solucionará la pobreza en el mundo simplemente no es realista: si todos los habitantes del planeta consumieran lo mismo que los de los países desarrollados, se necesitarían tres planetas, y sólo tenemos uno. La era del despilfarro ya no puede continuar; la autorregulación del mercado ha resultado ser un espejismo. Las políticas tradicionales no han tomado nota de esta realidad e insisten en un modelo de desarrollo inviable. En este contexto la pasividad política no es una opción.

En España hemos asistido en los últimos dos años a una paralización progresiva de las políticas ambientales para satisfacer las presiones e intereses de los sectores más vinculados a las actividades desarrollistas como la sobre-pesca, la especulación inmobiliaria o la agricultura más insostenible. Esta parálisis en lo ambiental ha sido el preludio de un giro antisocial en el ámbito de las políticas económicas. Con la excusa de la crisis se han puesto en marcha medidas encaminadas a recortar derechos laborales y debilitar el sistema de protección social, que tanta lucha necesitaron para ser instaurados, para dar satisfacción a los intereses y demandas de los llamados mercados financieros, es decir de los responsables de la crisis. Los grandes partidos comparten de tal modo su identificación con este modelo económico, productivo y social, que cada vez más ciudadanas y ciudadanos, en particular los más inquietos por la realidad social y ambiental, se sienten decepcionados y se alejan del compromiso político.

EQUO, formado por personas que compartimos una trayectoria común de trabajo a favor de la sostenibilidad ambiental y la equidad social, nace con la voluntad de dinamizar un amplio movimiento sociopolítico que promueva soluciones viables a los grandes desafíos de nuestro tiempo y ofrezca un cauce de participación política a las personas que no se resignan a contemplar pasivamente esta situación. En especial, EQUO quiere ofrecerse como un espacio de acción política para las generaciones emergentes de jóvenes inquietos ante la crisis social y ambiental que azota la humanidad, dispuestos a comprometerse generosamente para encontrar individual y colectivamente soluciones de actualidad a los desafíos de nuestro tiempo. EQUO quiere conectar también con las ciudadanas y ciudadanos que aspiran a vivir de una manera distinta, que no sea tan dependiente del consumismo y la acumulación de propiedades y deudas, sino que repose en un consumo más responsable y en una mejor calidad de ocupación y de vida.

Ahora es el momento. Otras orientaciones económicas y sociales se imponen. Otro tipo de sociedades son indispensables. Otra prioridad en los valores es deseable: la responsabilidad para con las personas y la sociedad, con los animales y con las generaciones futuras; el equilibrio en las relaciones con la naturaleza; la equidad entendida como igualdad de oportunidades y protección social; la solidaridad entre las personas, los pueblos y las generaciones; el ahorro, la mesura y la eficiencia en el uso de los recursos; la democracia participativa y prospectiva; el pacifismo activo… para abrir caminos hacia otro proyecto realista de sociedad y de civilización en el que sea posible la convivencia pacífica y el bienestar humano para toda la población ajustando el desarrollo a los límites físicos y biológicos del planeta, en un mundo que, aunque no perfecto, sea viable para todos y más justo. Aunque una nueva propuesta alternativa de sociedad, superadora del capitalismo y el productivismo, en particular en lo que se refiere a un diseño completo de su funcionamiento económico es algo que está por inventar. Llevará su tiempo, pues no hay recetarios ni dogmas preestablecidos para elaborarla. También se requerirá una suficiente acumulación de experiencias en esa dirección. Pero hacerlo es imprescindible. A esta tarea, modestamente, EQUO quiere convocar a cuantas personas, profesionales, expertos y activistas sociales tengan ilusión y voluntad de aportar propuestas para la reorganización política y económica de las relaciones humanas y de la sociedad con la naturaleza.

Tampoco partimos de cero. Hay muchas ideas que van en esa dirección. Algunas de ellas han sido formuladas en las distintas ediciones del Foro Social Mundial. Otras han sido expresadas incluso por los organismos de Naciones Unidas, como las contenidas en la propuesta de Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde) o en el informe sobre Empleos Verdes. Tales soluciones han sido concretadas para nuestro continente en la propuesta Green New Deal para Europa de los Verdes Europeos. Todas ellas contemplan reformas hacia la reducción paulatina de la huella ecológica, buscando nuevas formas de consumo, producción, transporte, una nueva manera de trabajar y de habitar las ciudades y el medio rural. Son reformas que implican profundos cambios del sistema financiero europeo e internacional, proponen una amplia reforma fiscal y estimulan la investigación científica y la creatividad industrial de acuerdo con las necesidades reales de la sociedad y los límites de la biosfera.

Las reformas necesarias solo pueden ser concebidas en un contexto mundial, en el que Europa es nuestra casa. La Unión Europea es la primera que debe de adoptar medidas de cambio. En primer lugar, porque los países que la forman han explotado más que ninguna otra región sus recursos naturales y los de terceros países y tiene una enorme deuda ambiental pendiente. Pero también porque, por sus capacidades económicas y tecnológicas y por la vitalidad de su sociedad civil, es un espacio privilegiado para emprender un cambio con influencia mundial. A pesar de sus defectos, la Unión Europea ha construido un espacio de paz y cooperación entre los veintisiete estados y 80 pueblos que la componen; ha construido un sistema de protección social y derechos laborales del que carecen otras regiones del mundo; ha liderado los primeros pasos de la agenda climática internacional; ha fomentado cierta protección de los espacios naturales e impuesto algunas restricciones a la industria y al uso de sustancias químicas. Necesitamos influir en Europa, no sólo porque es en Europa donde se adoptan las decisiones políticas que tienen más influencia en la vida de los ciudadanos, sino también porque Europa se encuentra en un dilema: o bien recupera su papel de defensora de los derechos sociales y el medioambiente; o bien se convierte en una herramienta al servicio de la supremacía de los mercados financieros sobre las instituciones democráticas. Desgraciadamente, es esto último lo que está sucediendo, por lo que hace falta que las oportunas resistencias nacionales o sectoriales –como la Huelga General del 29-S, coincidente con Jornada de Acción convocada por la Confederación Europea de Sindicatos– desemboquen en los próximos años en un modelo diferente de construcción europea y un modelo alternativo de desarrollo. La legitimidad del proyecto europeo se logrará reinventando el lugar de Europa en el mundo y extendiendo las políticas de protección social y ambiental en vez de debilitarlas.

La crisis ha puesto al descubierto las debilidades del sistema productivo español. La profundidad de la crisis no ha sido el resultado de la rigidez de las relaciones laborales, cuando duplica las tasas europeas de temporalidad. Tampoco se debe a un exceso de gasto social cuando es bastante menor que el de los países de su entorno. La profundidad de la crisis se debe a un modelo productivo dependiente de la especulación y el ladrillo, que además ha fomentado la corrupción a unos niveles alarmantes. Las inversiones públicas y las ayudas europeas se han orientado en exceso a desarrollar infraestructuras ambientalmente insostenibles y económicamente ineficientes. Se dijo que eran para generar y consolidar el empleo pero ahora resulta que España es el país con más kilómetros de autovía y más aeropuertos y el que acumula la mayor tasa de desempleo.

Sin embargo, la peculiar situación española en el contexto europeo e internacional, aconsejaría una senda de desarrollo diferente para cambiar un modelo productivo demasiado dependiente de sectores y actividades insostenibles. Posibilidades no le faltan: cuenta con la mayor riqueza en biodiversidad de la Unión Europea, con un potencial extraordinario en el desarrollo de las energías renovables, con la mayor superficie cultivada de agricultura ecológica, con excelentes profesionales en ámbitos como la salud, la investigación científica y la educación, con una sociedad civil activa y comprometida… que podrían llevar a construir un desarrollo diferente y con futuro y una transición justa para alcanzarlo. Pero para generar el cambio necesario se requiere otra política diferente a la ofrecida por los partidos tradicionales y se necesitan otras prioridades en política. EQUO ha nacido para hacerlo posible.

Sus crisis, nuestras soluciones

ANTE LA CRISIS ECONÓMICA: Economía sostenible, reforma del sistema financiero, fiscalidad ambiental, consolidación de la protección social y recuperación de los derechos laborales, Transporte y Edificación sostenibles, fomento de los Empleos Verdes, I+D+i para un cambio de modelo de desarrollo.

ANTE LA CRISIS CLIMÁTICA Y ENERGÉTICA: Cumplimiento del Protocolo de Kioto; 30% de reducción de emisiones para 2020; Transición justa a una economía baja en carbono; fin de la Energía Nuclear; Ahorro y eficiencia energética y 100% de Energías Renovables.

ANTE LA CRISIS AMBIENTAL: Cumplimiento efectivo de la normativa ambiental, protección de la biodiversidad y su correspondiente financiación; fin del maltrato a los animales.

ANTE LA CRISIS POLÍTICA: Tolerancia cero con la corrupción; máxima transparencia de las actuaciones públicas; democracia participativa con amplia participación de la sociedad civil; democracia prospectiva que contemple las consecuencias y responsabilidades a largo plazo de las políticas adoptadas.

ANTE LA CRISIS GLOBAL: Reforma de las instituciones financieras internacionales, desaparición de los paraísos fiscales y tasa a las transacciones financieras; giro en la política de la Unión Europea, para orientarla hacia la sostenibilidad ambiental, el empleo y la solidaridad; justicia ambiental; cumplimiento de los Objetivos del Milenio y 0,7 para ayuda al desarrollo; desarme y solución pacífica de los conflictos.

info [ARROBA] proyectoequo.org