domingo, 25 de agosto de 2024

Sempiterno Ulises


Come down off your throne and leave your body alone.
Somebody must change.
You are the reason I've been waiting so long.
Somebody holds the key.

But I'm near the end and I just ain't got the time
And I'm wasted and I can't find my way home.

Come down on your own and leave your body alone.
Somebody must change.
You are the reason I've been waiting all these years.
Somebody holds the key.

But I can't find my way home.
But I can't find my way home.
But I can't find my way home.
But I can't find my way home.
Still I can't find my way home,
And I ain't done nothing wrong,
But I can't find my way home.

Songwriter: Steve Winwood

domingo, 18 de agosto de 2024

Del cinismo como cobardía o improductiva desidia

El músico Nick Cave estuvo en The Late Show with Stephen Colbert a principios de esta semana del 12 de agosto de 2024 y leyó una carta de su Red Hand Files, un proyecto AMA en el que los fans escriben con preguntas y él las responde. La pregunta era:

«Tras los últimos años me siento vacío y más cínico que nunca. Estoy perdiendo la fe en los demás y tengo miedo de transmitir estos sentimientos a mi hijo pequeño. ¿Todavía cree en nosotros (los seres humanos)?»

En una preciosa carta de respuesta, Cave escribe que «gran parte de mis primeros años de vida los pasé despreciando al mundo y a las personas que lo habitan» y que «fue necesaria una tragedia para comprender la idea del valor mortal, y fue necesaria una devastadora situación para encontrar la esperanza». Esa devastación fue la muerte de su hijo de 15 años en 2015. A continuación, el contenido íntegro de la respuesta de Cave:

Querido Valerio:

Tienes razón al preocuparte por tus crecientes sentimientos de cinismo y debes tomar medidas para protegerte a ti mismo y a los que te rodean, especialmente a tu hijo. El cinismo no es una postura neutral, y aunque no nos pide casi nada, es muy contagioso e increíblemente destructivo. En mi opinión, es el más común y fácil de los males.

Lo sé porque gran parte de mis primeros años de vida los pasé despreciando al mundo y a las personas que lo habitan. Era una postura a la vez seductora e indulgente. La verdad es que era joven y no tenía ni idea de lo que me esperaba. Me faltaban los conocimientos, la previsión, la autoconciencia. Simplemente no lo sabía. Fue necesaria una catástrofe para enseñarme el valor de la vida y la bondad esencial de las personas. Hizo falta una devastadora situación para revelar la precariedad del mundo, de su propia alma, para comprender que pedía ayuda a gritos. Fue necesaria una gran desgracia para comprender la idea del valor mortal, y fue necesaria una tragedia para encontrar la esperanza.

A diferencia del cinismo, la esperanza se gana con esfuerzo, nos impone exigencias y a menudo puede parecer el lugar más indefendible y solitario de la Tierra. La esperanza tampoco es una posición neutral. Es contradictoria. Es la emoción beligerante que puede acabar con el cinismo. Cada acto redentor o amoroso, por pequeño que sea, Valerio, como leer a tu hijo pequeño, o enseñarle algo que te guste, o cantarle una canción, o ponerle los zapatos, mantiene al diablo en el fondo del abismo. Dice que el mundo y sus habitantes tienen valor y que merece la pena defenderlos. Dice que merece la pena creer en el mundo. Con el tiempo, llegamos a descubrir que es así.

Con amor, Nick


Original:

Dear Valerio,

You are right to be worried about your growing feelings of cynicism and you need to take action to protect yourself and those around you, especially your child. Cynicism is not a neutral position — and although it asks almost nothing of us, it is highly infectious and unbelievably destructive. In my view, it is the most common and easy of evils.

I know this because much of my early life was spent holding the world and the people in it in contempt. It was a position both seductive and indulgent. The truth is, I was young and had no idea what was coming down the line. I lacked the knowledge, the foresight, the self-awareness. I just didn’t know. It took a devastation to teach me the preciousness of life and the essential goodness of people. It took a devastation to reveal the precariousness of the world, of its very soul, to understand that it was crying out for help. It took a devastation to understand the idea of mortal value, and it took a devastation to find hope.

Unlike cynicism, hopefulness is hard-earned, makes demands upon us, and can often feel like the most indefensible and lonely place on Earth. Hopefulness is not a neutral position either. It is adversarial. It is the warrior emotion that can lay waste to cynicism. Each redemptive or loving act, as small as you like, Valerio, such as reading to your little boy, or showing him a thing you love, or singing him a song, or putting on his shoes, keeps the devil down in the hole. It says the world and its inhabitants have value and are worth defending. It says the world is worth believing in. In time, we come to find that it is so.

Love, Nick

domingo, 11 de agosto de 2024

Nihilismo si no hay algo mejor...

 

Esta entrevista a Sara Barquinero ofrece una mirada profunda y reveladora sobre su novela «Los Escorpiones», un libro que aborda preocupaciones tanto generacionales como universales. Barquinero explica que temas como la depresión, tratados de manera extensa y explícita, han sido clave para conectar con un público amplio. La trama de intriga complementa estos temas, haciendo de la novela una lectura fascinante.

Uno de los pilares de la novela pasa por la reflexión sobre en qué creen las personas ahora que «Dios ha muerto». Barquinero responde con realidades desoladoras como teorías conspirativas, videojuegos que inducen al suicidio, drogas auditivas y aislamiento social. La novela nació en un momento vital en el que la autora atravesaba una etapa de profunda tristeza. Escribirla le permitió explorar esos sentimientos desde una perspectiva distinta, lo que, aunque no lo define como terapia, tuvo un efecto catártico para ella.

Barquinero también aborda el nihilismo y cómo, al tocar fondo, una persona tiene varias opciones: recrearse en el nihilismo, adoptar un nuevo relato o valorar las opciones de la vida. Ella elige la última, lo que refleja un enfoque esperanzador a pesar del tono oscuro de su obra.

Los personajes de «Los Escorpiones» son jóvenes con síndrome de burnout, atrapados en el pasado y sin un futuro claro, reflejando una generación que ha vivido la crisis del 2008 y enfrenta una falta de perspectivas. Sin embargo, Barquinero reconoce que estas preocupaciones no son exclusivas de su generación, sino que resultan comunes con muchos otros.

La crudeza de algunos capítulos, según la autora, es producto tanto de documentación como de experiencias personales. Confiesa haber probado «música droga» en su adolescencia, lo que añade autenticidad a sus descripciones.

Barquinero mezcla influencias diversas en su obra, desde Kant y Foster Wallace hasta Chenoa y Bad Bunny. Su tesis doctoral sobre Kant le ha brindado una comprensión profunda de cuestiones filosóficas, lo que se refleja en la complejidad de su narrativa. Su admiración por Foster Wallace es evidente, y su obra «La broma infinita» ha sido una inspiración directa, de la que “Los escorpiones” podría considerarse una especia de continuación.

La autora sostiene que el ser humano contemporáneo, a pesar de su descreimiento y materialismo, necesita creer en algo. Esta necesidad es racional y se manifiesta en diferentes formas, desde actos de fe cotidianos hasta creencias más estructuradas. Barquinero misma no tiene la certeza de que la vida merezca la pena, pero prefiere fingir que lo cree, un enfoque pragmático que le permite seguir adelante.

La comparación de su trabajo con el de Thomas Pynchon y la atmósfera cinematográfica de directores como David Lynch y Lars Von Trier destaca la riqueza de sus influencias. Aunque su escritura es espontánea y trabajada, ella misma reconoce que adopta un tono más complicado solo cuando el texto lo requiere, buscando siempre la coherencia con el contenido.

Sara Barquinero se describe como ambiciosa, perfeccionista y trabajadora, pero también como una neurótica de manual. La entrevista revela su proceso creativo, sus influencias y su visión del mundo, ofreciendo una comprensión más profunda de la autora detrás de «Los Escorpiones». Su honestidad y profundidad hacen que esta entrevista sea una lectura fascinante y enriquecedora.

domingo, 4 de agosto de 2024

¿Existe la sabiduría infinita? Respuesta corta: no, ¿pero a quién le importa?

¿Alguna vez te has encontrado con alguien que parece saberlo todo? Esas personas que siempre tienen la respuesta a cualquier pregunta no es que sean superhumanos, sino que reúnen las habilidades precisas que les proporcionan esa apariencia. Dicho de una manera muy resumida, se basan en saber reconocer muy bien patrones, usar el sentido común de manera amplia y tener una memoria que almacena de una forma muy eficiente datos al azar. Veamos cómo funciona esto.

Imagina que estás jugando unas partidas de cartas y siempre las ganas porque sabes qué cartas van a salir. Eso es saber reconocer patrones; es la habilidad de ver regularidades en las cosas que nos rodean y suceden a nuestro alrededor. La gente que parece saberlo todo es destacadamente buena en esto. Pueden correlacionar información de forma rápida y eficiente, aprovechando lo que ya saben para deducir cosas nuevas.

Junto a esto, suman un amplio sentido común, que es como ese consejo que te da tu abuela y que siempre resulta ser cierto. Se trata de aplicar lo que sabes de la vida diaria a los problemas a los que te vas enfrentando. Los individuos que tienen siempre la respuesta correcta, saben cómo aplicar este conocimiento práctico para resolver cualquier situación. No es magia, es experiencia y lógica.

Por último, la memoria incidental es esa que te lleva a recordar cosas sin querer, como cuando alguien menciona una canción y recuerdas toda la letra, aunque no la hayas escuchado en años. Quienes parecen saberlo todo tienen una memoria increíble para esos pequeños detalles. Pueden recordar datos aleatorios que, de alguna manera, siempre terminan siendo útiles en infinidad de circunstancias, creando asociaciones inmediatas entre la experiencia del momento y su variopinto almacén de recuerdos.

Cuando juntas estas tres habilidades, reconocer patrones, sentido común y buena memoria, tienes a alguien que parece saberlo todo. Esta gente procesa información de manera superrápida y eficiente. Responden preguntas con confianza y parecen tener la respuesta para todo. No hablamos de un conocimiento profundo, pero sí de uno de alcance muy amplio y general a disposición inmediata de las circunstancias.

Además, importa, y mucho, la forma en que se comunican. Si alguien explica bien las cosas y lo hace con seguridad, los demás tienden a pensar que sabe mucho más de lo que realmente sabe. La percepción de los demás, influenciada por cómo se presenta la persona y el contexto, refuerza esta idea de que son «sabios».

En resumidas cuentas, la razón por la que algunas personas parecen saberlo todo no es porque realmente lo sepan todo, sino porque son muy buenos en reconocer patrones, aplicar el sentido común y recordar de forma instantánea detalles al azar. Estas habilidades les permiten procesar y usar información de manera muy efectiva, creando la impresión de que tienen un conocimiento muy profundo y variopinto. Como decía antes, entender la existencia de esta combinación de factores nos ayuda a ver que no es magia, sino habilidades humanas bien desarrolladas y aplicadas.