Veinte años después hay que explicar que LA VACUNA TRIPLE
VÍRICA NO PROVOCA AUTISMO, ni esta ni ninguna. De las más eficaces en cuanto a
cobertura y su efectividad se traduce en la prevención de más de 1.500.000 de
muertes, principalmente niños, en todo el mundo. Abrimos hilo 👇
El sarampión (measles) es una enfermedad exantemática
producida por un paramixovirus. Una vez desarrollada la enfermedad no hay un
tratamiento específico. Cuando se complica causa diarrea, neumonía, encefalitis
o la temida Panencefalitis Esclerosante Subaguda. Sin tonterías.
La parotiditis o paperas (mumps) está causada por otro
paramixovirus. Afecta a las glándulas parotídeas, pero puede causar inflamación
de los testículos, mastitis y en algunos casos encefalitis, meningitis o
meningoencefalitis. No es ninguna broma.
La rubéola (rubella) está causada por un togavirus. Es otra
enfermedad exantemática, como el sarampión, que se transmite por el aire y es
altamente contagiosa. Infecta los ganglios linfáticos, inflamándolos, provoca
exantemas en la cara y resto del cuerpo y dolor generalizado.
Lo más peligroso es el síndrome de rubéola congénita en
embarazadas, pudiendo afectar gravemente al feto: malformaciones, problemas de
visita y auditivos, cardiopatías, diabetes, enfermedades mentales. Si se
contagia en los tres primeros meses de embarazo se recomienda abortar 😰
Ahora la historia de la vacuna frente al virus de la
parotiditis (tranquilos, no vamos a entrar en cohortes ni edades ni dosis de
vacunación) que demuestra la eficacia de los estudios. Hasta 1992 se componía
de las cepas Jeryl Lynn o Urabe AM9.
La Urabe se retiró cuando se detectaron casos BENIGNOS de
meningitis tras su administración. Se sustituyó por la Rubini, supuestamente
más eficaz, pero se observó que no: durante brotes ocurridos en 1998 en España,
más del 90% de los afectados habían sido vacunados con Rubini.
A partir de 1999 se decidió usar Rubini solo en niños con
alergias, siendo la cepa principal de la vacuna, en la actualidad es así, la
eficaz (más del 90% de cobertura vacunal) Jeryl Lynn.
Esto indica que la ciencia no se duerme en los laureles, a
pesar de los pronunciados recortes en investigación y vigilancia
epidemiológica. Pese a todo esto, las vacunas son el método más eficaz para no
morir de enfermedades que se pueden prevenir.
Resulta inevitable hablar de la desgraciada relación
inexistente entre el autismo y el impresentable de Andrew Wakefield. Este
tipejo anduvo toda su vida tratando de meter miedo a la gente contra los virus
y sus vacunas.
Este médico especialista del sistema digestivo ya nos la
intentó colar con sus ‘estudios’ sobre el virus del sarampión y su relación
como agente causal de la enfermedad de Crohn (inflamación del tracto
intestinal, una verdadera putada).
Pero… ¡meeeec! Le pillaron con el carrito del helado:
intentó publicar su estudio en The Lancet pero los expertos refutaron su
trabajo y concluyeron que EL VIRUS DEL SARAMPIÓN NO CAUSABA LA ENFERMEDAD DE
CROHN. Así que el estudio no se publicó.
Y fue durante esta etapa de intentar vincular el sarampión
con la enfermedad de Crohn, una enfermedad digestiva propia del estudio de su
especialidad, donde se topó con un peligroso grupo antivacunas llamado ‘Allergy
Induced Autism’, y Andrew vio aquí una nueva oportunidad.
En realidad el autismo incluye una serie de diferentes
alteraciones, por lo que es más adecuado referirse a estos como Trastornos del
espectro autista (TEA). Son una serie de desórdenes neurobiológicos que afectan
al comportamiento, la interacción y comunicación social.
Y como no soy un experto, aquí lo dejo (cualquier matiz o
aclaración al respecto serán bienvenidos). Simplemente quería que vieseis cuan
lejos está el TEA de la gastroenterología de Wakefield
Pues bien, el amigo Andrew se cubrió de gloria cuando en
1998 (de ahí lo de iniciar este hilo con ‘veinte años después’) publicó en,
nada más y nada menos, The Lancet el archiconocidísimo artículo que, según él,
vinculaba la vacuna triple vírica con el TEA.
Nadie podía creérselo, pero ahí estaba su estudio, con sus
gráficas, su resumen, sus conclusiones y toda la parafernalia de un artículo
científico. En serio, fue una locura para quienes trabajaban en este campo.
Pero, claro, como Andrew es experto en cosas del aparato
digestivo y tal, se le ocurre que de alguna manera tiene que vincular todo
aquello con su campo, no sea que se le cuestione...
Así que, ni corto ni perezoso, el tipo, que no se conforma
solo con dar un pelotazo, en el estudio va y dice… que la triple vírica provoca
lo que describe como un nuevo síndrome: la enterocolitis autista.
Sí señor, con dos cojones, Andrew. Así que, la gente que se
dedica al asunto (investigadores independientes, nada de la ‘mafia’
farmacéutica) decide comprobar todo aquello y… ¡meeec! De nuevo los resultados
no son corroborados, no se pueden replicar, a nadie más le sale lo mismo.
—¿Andrew, no te habrás equivocado… otra vez? Mira que te he
dicho mil veces que con estas cosas no se juega.
—Que no, mama, que lo he hecho tó bien
No creáis que esto se quedó así, publicado y con la
comunidad científica aplaudiendo el hallazgo del Andrés. Ni mucho menos. Se
dudó por todas partes, pero no fue hasta que el periodista Brian Deer publicó
una serie de artículos.
Lo hizo entre 2004 y 2010 (no hace tanto, como veréis) en el
Sunday Times (no confundir con el Sun, este es el que dice que Michael Jackson
y Steven Spielberg son extraterrestres) que dejaba al Andresito con el culete
al aire.
Brian Deer es un experto en periodismo de investigación.
Todo un hacha en esto de descubrir maleantes del mundo de la industria
farmacéutica y la investigación científica. Porque canallas en la ciencia los
hay, como Andrew Wakefield, y no vale barrer debajo de la alfombra.
Pero continuemos. Resulta que, además de que científicamente
el estudio había sido un completo desastre (tal y como lo definiría el Consejo
Médico General de Reino Unido), Andrew tenía intereses comerciales en todo
aquello. Vaya, vaya, Andresito…
El ‘señor’ Wakefield, el muy pájaro, había solicitado la
patente para una vacuna contra el virus del sarampión. ¿Cómo, esas terribles
vacunas? Ay, ay, ay… que me sabe a Calisay
«Lanzo el bulo de que la triple vírica produce autismo y
mientras yo patento una vacuna que diré que es cojonuda y me forro con el
asunto. ¿Qué puede salir mal», debió pensar el artista.
Trató de sobornar a aquellos que le llevaban la contraria y
amenazó con denunciarlos por difamación, los informes histológicos donde según
Wakefield había enterocolitis fueron revisados por expertos que veían
histologías completamente normales…
Entre 1996 y 2014 Wakefield perdió TODOS los juicios por las
demandas que interpuso contra quienes refutaban sus resultados y prácticas,
entre ellos el propio Deer.
Por su parte, Brian Deer elaboró con su investigación los
informes para el British Medical Journal, que amplió y trató de explicar para
un público general en los artículos publicados en Sunday Times.
A raíz de estas publicaciones, los que firmaban el trabajo
junto con Andrew Wakefield se retractaron, la revista se retractó parcialmente
en 2004 para, finalmente, en 2010 hacerlo completamente y retirar un artículo
que jamás debió ver la luz, a tenor de su tremendo impacto.
El Consejo Médico General de Reino Unido inició una
investigación donde declaró como «un fraude elaborado», «deshonesto», «mala
praxis», «antiético» e «insensible» el estudio publicado por Wakefield, que
extendieron a los profesores Walker-Smith y Simon Murch.
Deer lo define como «el fraude más pernicioso en la
investigación médica de los tiempos modernos».
A Andrew Wakefield se le retiró la licencia médica tanto en
Reino Unido como en Estados Unidos, donde reside actualmente y se gana la vida
dando charlas y escribiendo libros sobre sus mierdas.
Él sigue erre que erre, pero sabéis qué: que no cuela. Ese
estudio es una patraña que hizo muchísimo daño a la salud de miles de personas
(con la publicación del artículo descendió notablemente la vacunación en Reino
Unido y otras partes del mundo)
En la actualidad el problema persiste. Se está perdiendo la
inmunidad de grupo por culpa de aquellos que no se vacunan. El caso más
reciente, el de la joven de 16 años Marine Eraville, una paciente trasplantada
que no podía ser vacunada.
Nosotros no queremos convencerte de los beneficios de las vacunas
porque nuestra opinión no importa, cíñete a los datos. Las vacunas salvan
vidas, lo demás es todo una gran mentira como la de Wakefield.
Solo esperamos que después de leer esto seas consecuente con
las decisiones que tomas. No solo te afectan a ti y a tu familia, también al
resto, como le ha sucedido a Marine Eraville.
No obstante, si queréis cualquier otra referencia estaremos
encantados de ofrecérosla.