Edgar Neville en un sencillo telegrama resumió el triste sino del diplomático. El mensaje decía: «Sin instrucciones concretas, sin idea de la misión que debo realizar y sin estar muy seguro de cómo llegaré a un lugar cuya localización geográfica desconozco, parto hacia Tegucigalpa en donde quedaré como siempre a las órdenes de vuecencia.» Fue destituido fulminantemente.
Fernando Schwartz, en "
Educación y descanso. Las anécdotas de la diplomacia" 2000
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Sé buena persona y por favor no castigues mis marchitas neuronas con otra escritura que no sea la respetuosa con la puntuación y la ortografía, el censor que llevo dentro te lo recompensará continuando dormido.