100.000 personas mueren de hambre, o de sus consecuencias inmediatas, cada día. El orden mundial no es sólo asesino, sino absurdo, pues mata sin necesidad. Hoy ya no existen las fatalidades. Un niño que muere de hambre hoy, muere asesinado.
Jean Ziègler, ha afirmado que hay dos tipos de hambre: coyuntural y estructural. El hambre coyuntural es la hambruna a que estamos acostumbrados en Darfur, Etiopía o en períodos de guerra y que es fruto del hundimiento de una economía. Esta hambre causa el 5% de víctimas.
Mientras que el hambre estructural esta implícito en las estructuras del subdesarrollo. Causa el 95% de las muertes y es el hambre que realmente pide a gritos la intervención de la comunidad internacional. Las causas efectivas del hambre y la malnutrición. El hambre y la desnutrición no son efecto de la fatalidad, de una eventualidad social o geográfica. Son el resultado de haber excluido a millones de personas del acceso a bienes y recursos productivos, tales como la tierra, el mar, el agua, las simientes, la tecnología y el conocimiento. Son, ante todo, consecuencia de las políticas económicas, sociales y comerciales a escala mundial, regional y nacional.
Impuestas por los Gobiernos o Estados de los países desarrollados, sus corporaciones transnacionales y sus aliados en los países pobres o en vías de desarrollo, en su afán de mantener y acrecentar su hegemonía política, económica, cultural y militar en el actual proceso de reestructuración económica global.
Políticas de los Estados desarrollados, han acrecentado las ventas y las ganancias de los poderes económicos de los países desarrollados mientras que los pueblos de los países pobres o en vías de desarrollo han visto crecer su deuda externa y los sectores populares han aumentado sus niveles de pobreza, miseria y exclusión por todas partes. Se ha acelerado el ritmo de concentración del mercado agrícola internacional en unas pocas empresas trasnacionales, aumentando simultáneamente la dependencia e inseguridad alimentaría de la mayoría de los pueblos.
Particulares de La Pobreza
Las características de la pobreza son sus mismas maneras privativas, arraigadas y sujetas a la falta de uno u otro sector socioeconómico: La pobreza es carencia de recursos para poder vivir. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick en reunión conjunta del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional alertaron de que el alza de los precios alimenticios ha destruido gran parte de los avances en el combate contra la pobreza.
Por su parte, la FAO atribuyó esta subida al cambio climático, al aumento de la demanda y a "ataques especulativos" en los mercados globales.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, en rueda de prensa previa a la Asamblea de Primavera conjunta de ambos organismos, BM y FMI, expresó que "En muchos países en desarrollo los pobres gastan hasta el 75 por ciento de sus ingresos en comida".
El aumento de los precios ha sido el detonante de manifestaciones, en algunos casos violentos, en países tan distantes como Pakistán, México, Egipto o Haití. En la nación caribeña han muerto al menos cinco personas durante las revueltas.
El responsable de la institución financiera calculó que el efecto de la actual crisis alimenticia en la reducción de la pobreza en el mundo equivale a siete años perdidos.
Por su parte, José Graziano da Silva, director regional de la FAO, dijo en una rueda de prensa en Brasilia que los precios de los alimentos serán uno de los asuntos centrales en la XXX Conferencia Regional que ese organismo celebrará la semana próxima.
A la conferencia asistirán ministros y delegados de 33 países de América Latina y el Caribe, regiones que producen la gran mayoría de los alimentos que se consumen en el mundo pero que, paradójicamente, están marcadas por el hambre y la miseria, apuntó. "De aquí sale la mayoría de las frutas, verduras, legumbres y carnes que abastecen a todos los continentes, pero no se observan progresos sustantivos en la reducción del hambre en la región y la desnutrición es alarmante entre los niños menores de cinco años", dijo Graziano.
Indicó que en países como Chile, Brasil, Argentina y Perú "ha habido progresos", pero señaló que en Centroamérica y el Caribe "esos progresos han sido mucho más lentos o, incluso, ha habido retrocesos". Según el funcionario de la FAO, "si se pintan de rojo en un mapamundi las regiones más desiguales del planeta, América Latina aparecerá totalmente ensangrentada, e incluso peor que África".
En las naciones de ingresos medios, en las que se encuentran Brasil y Argentina, que además son productores agrícolas, lo que podría ocurrir es que los pobres se vuelvan más pobres, alertó el BM. (En este caso seria la miseria)
Jean Ziegler, hace dos meses escribió un texto franco, directo, fuerte, sin concesiones, que habla precisamente de este grave problema del hambre en el mundo. Actualmente tiene una validez incuestionable. Desgraciadamente.
I. Cada cinco segundos, un niño menor de diez años muere de hambre o por sus secuelas inmediatas. Más de 6 millones en 2007.
Cada cuatro minutos, alguien pierde la vista debido a la falta de vitamina A. Hay 854 millones de seres humanos gravemente infraalimentados, mutilados por el hambre permanente
Esto ocurre en un planeta que rebosa de riquezas. El hombre valiente y enormemente competente que dirige la FAO, Jacques Diouf, constata que en el estado actual de desarrollo de las fuerzas agrícolas de producción, el planeta podría alimentar sin problemas a 12.000 millones de seres humanos, es decir, el doble de la población mundial actual.
Conclusión: esta masacre cotidiana por el hambre no obedece a ninguna fatalidad. Detrás de cada víctima hay un asesino. El orden mundial actual no sólo es mortífero, además es absurdo. La masacre está instalada en una normalidad inmóvil.
La ecuación es simple: quien tiene dinero come y vive. Quién no lo tiene sufre, se convierte en un inválido o muere. No existe la fatalidad. Cualquier muerte por hambre es un asesinato.
II. El mayor número de personas infraalimentadas, 515 millones, viven en Asia, donde representan el 24% de la población total. Pero si hablamos de la proporción de las víctimas, el precio más alto lo paga el África subsahariana, donde hay 186 millones de seres humanos permanente y severamente infraalimentados, es decir, el 34% de la población total de la región. La mayoría de estas personas padecen lo que la FAO denomina «el hambre extrema», su ración diaria se sitúa como media en 300 calorías por debajo del régimen de la supervivencia en condiciones soportables.
Un niño privado de la alimentación adecuada en cantidad suficiente desde que nace hasta los 5 años, padecerá las secuelas durante toda su vida. Por medio de terapias especiales practicadas bajo supervisión médica, se puede reintegrar a la existencia normal a un adulto insuficientemente alimentado temporalmente, pero en un niño menor de 5 años es imposible. Privadas de alimento, sus células cerebrales habrán sufrido daños irreparables. Régis Debray llama a estos pequeños «los crucificados de nacimiento»
El hambre y la desnutrición crónicas constituyen una maldición hereditaria: todos los años, cientos de miles de mujeres africanas severamente infraalimentadas dan nacimiento en el mundo a cientos de miles de niños irremediablemente afectados. Todas esas madres desnutridas y que, sin embargo, dan la vida, recuerdan a las mujeres condenadas de Samuel Beckett que «dan a luz a caballo sobre una tumba, el día brilla por un instante y después, de nuevo, la noche»
Una dimensión del sufrimiento humano está ausente en esta descripción: la de la angustia lacerante e intolerable que tortura a cualquier ser muerto de hambre desde que se despierta. ¿Cómo, durante el día que comienza, podrá asegurar la subsistencia de los suyos, y la suya propia? Vivir en esa angustia es, seguramente, todavía más terrible que soportar las múltiples enfermedades y dolores físicos que se ceban en ese cuerpo hambriento.
La destrucción de millones de africanos por el hambre ocurre en una especie de normalidad estática, todos los días, en un planeta desbordante de riquezas. En el África subsahariana, entre 1998 y 2005, el número de personas grave y permanentemente infraalimentadas aumentó en 5,6 millones.
III. Jean-Jacques Rousseau escribió: «Entre el débil y el fuerte la libertad oprime, la ley libera». Con el fin de reducir las desastrosas consecuencias de las políticas de liberalización y privatización extremas ejecutadas por los amos del mundo y sus mercenarios (FMI, OMC), la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió crear y proclamar como una cuestión de justicia un nuevo derecho humano: el derecho a la alimentación.
El derecho a la alimentación es el derecho a tener acceso regular, permanente y libre, bien directamente o bien por medio de compras dinerarias, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente que se corresponda con las tradiciones culturales del pueblo al que pertenece el consumidor y que garantice la existencia física y psíquica, individual y colectiva, libre de angustia, satisfactoria y digna.
Los derechos humanos, ¡desgraciadamente!, no están inscritos en el Derecho positivo. Lo que significa que todavía no existe ningún tribunal internacional que haga justicia a los hambrientos, defienda su derecho a la alimentación, reconozca su derecho a producir sus alimentos u obtenerlos comprándolos con dinero y proteja su derecho a la vida.
IV. Todo va bien mientras que gobiernos como el del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasília o el presidente Evo Morales en La Paz movilizan por su propia voluntad los ingresos del Estado, con el fin de garantizar a cada ciudadano su derecho a la alimentación. Sudáfrica es otro ejemplo. El derecho a la alimentación está inscrito en la Constitución. Ésta establece una Comisión nacional de los derechos humanos, compuesta en paridad por miembros nombrados por las organizaciones de la sociedad civil (Iglesias, sindicatos y distintos movimientos sociales) y miembros designados por el Parlamento.
Las competencias de la Comisión son amplias. Desde que entró en funcionamiento, hace cinco años, la Comisión ya ha conseguido victorias importantes. Puede intervenir en todos los ámbitos implicados en la negación del derecho a la alimentación: expulsión de campesinos de sus tierras; autorización de los municipios a sociedades privadas para la gestión del suministro del agua potable que implique cuotas prohibitivas para los habitantes más pobres; desvío del agua de riego por las sociedades privadas en detrimento de los agricultores; incumplimiento de los controles de calidad de los alimentos que se venden en barrios marginales, etcétera.
Pero, ¿en cuántos gobiernos, especialmente en el Tercer Mundo, existe la preocupación cotidiana prioritaria del respeto al derecho a la alimentación de sus ciudadanos? Ahora bien, en los 122 países denominados del Tercer Mundo viven actualmente 4.800 millones de los 6.200 millones de personas que poblamos la tierra.
V. Los nuevos amos del mundo tienen pánico a los derechos humanos. Los temen como el diablo al agua bendita. Porque es evidente que una política económica, social y financiera que cumpliera al pie de la letra todos los derechos humanos, rompería tajantemente el orden absurdo y mortífero del mundo actual y necesariamente originaría una distribución más igualitaria de los bienes, satisfaría las necesidades vitales de las personas y las protegería del hambre y de una gran parte de sus angustias.
Por lo tanto, el objetivo final de los derechos humanos encarna un mundo completamente diferente, solidario, liberado del menosprecio y más favorable a la felicidad.
Los derechos humanos políticos y civiles, económicos, sociales y culturales, individuales y colectivos son universales, interdependientes e indivisibles. Y son el horizonte actual de nuestra lucha.
Recuadro:
Jean Ziegler, afirmó, en una entrevistas con la Radio Televisión de Baviera, y radios francesas, ayer 14 de abril que el uso de biocombustibles se ha convertido en un "crimen contra la humanidad" en vista de los problemas que tiene actualmente el mundo con el precio de los alimentos.
Ziegler dijo que la quema de cientos de millones de toneladas de maíz, cereales, arroz y otros productos para producir biocombustibles era un factor primordial en las fuertes alzas de los precios de los alimentos, aunque admitió que no era el único.
Otros factores aludidos, son la política del Fondo Monetario Internacional -que obliga a muchos países del tercer mundo a tener una agricultura orientada la exportación a costa de la economía de subsistencia.
"Los argumentos no tienen validez ante el desastre que nos amenaza. Hoy, el uso y fomento de biocombustibles es un crimen contra la humanidad", dijo Jean Ziegler.
Lo contó Esmeralda Cárdenas, en Novosti el 24/04/2008
Bola extra: ¿Puede evitarse el hambre en el mundo?
¿100.000 al día? Un poco hinchada la cifra, ¿no? Serían 36.500.000 al año. Ni de broma, especialmente si lo dice la burocracia onusina.
ResponderEliminarÉchale un vistazo a lo último sobre biocombustibles.
ResponderEliminarOrganismos autónomos que desaparecen a favor del banco Mundial.
La UE sale de compras de productos agrícolas.