domingo, 28 de julio de 2024

El auge del tecno feudalismo: una lectura para reflexionar en fin de semana

MARC LOZANO (CC BY-SA 2.0)

En esta entrevista con David Moscrop, Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia, explora su teoría sobre el tecno feudalismo, un concepto que sugiere que el capitalismo ha mutado en algo aún más inquietante. Varoufakis argumenta que hemos pasado del capitalismo tradicional a un nuevo sistema caracterizado por rasgos feudales, donde los capitalistas dependen más del poder político y las rentas que de los mecanismos convencionales del mercado.

Varoufakis sostiene que las contradicciones internas del capitalismo no condujeron a la liberación de la humanidad, como preveía Marx, sino a una victoria total de la burguesía. Tras la caída del sindicalismo y la clase obrera organizada, el capitalismo evolucionó hacia lo que Varoufakis llama «capital-nube», un término que describe un sistema donde los mercados han sido reemplazados por feudos digitales. En este nuevo orden, tanto los proletarios como los burgueses producen rentas para los capitalistas de la nube.

El capital-nube ha cambiado fundamentalmente la estructura del poder. A diferencia de los antiguos monopolistas como Henry Ford, los capitalistas de la nube ni siquiera se molestan en producir bienes. Han creado un feudo digital donde el mercado ya no es el motor central del capitalismo. Varoufakis argumenta que esto representa una ruptura radical con el capitalismo tradicional, marcando el inicio de una era donde las plataformas digitales dominan la economía.

Según Varoufakis, los «siervos de la nube» y los «proletarios de la nube» son las nuevas clases surgidas en el tecno feudalismo. Estos siervos modernos producen capital a través de su interacción gratuita con las plataformas digitales, algo sin precedentes en la historia del capitalismo. Este sistema parasitario, que aún depende del sector capitalista clásico para producir valor, está haciendo nuestras sociedades más conflictivas y menos capaces de albergar valores como la socialdemocracia y la libertad individual.

En su análisis, Varoufakis destaca que el sueño de todo capitalista es convertirse en rentista, viviendo de las rentas en lugar de los beneficios. Sin embargo, la llegada del capital-nube ha llevado esto a un extremo, con figuras como Jeff Bezos y Elon Musk entusiasmados con su rol de «capitalistas de la nube». Esta nueva forma de poder es extremadamente concentrada y poderosa, y debe ser tomada muy en serio por la sociedad.

Varoufakis menciona que la relación entre el tecno feudalismo y el capitalismo clásico es parasitaria, similar a cómo el capitalismo necesitaba al feudalismo para su suministro de alimentos. Esta dependencia hace que el sistema sea más inestable y propenso a crisis. Además, Varoufakis propone ideas como un sistema de billetera virtual del banco central con dividendos mensuales, que podría proporcionar una renta básica universal y desafiar el monopolio de Wall Street sobre los sistemas de pago.

El análisis de Varoufakis sobre el tecno feudalismo invita a reflexionar sobre cómo este nuevo sistema amenaza los valores de libertad, igualdad y justicia social. El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad de reimaginar y reconstruir nuestras sociedades para enfrentar esta transformación radical. La lucha por un futuro más justo y equitativo debe continuar, ahora más que nunca, en un mundo que se transforma rápidamente.

domingo, 21 de julio de 2024

马希文 (Mǎ Xīwén), mi nombre en mandarín


Hace ya unos años, una querida amiga, Tònia, sinóloga de raíces mallorquinas, y una empleada suya, Shangqi, originaria de Guangzhou, me hicieron un regalo por mi cumpleaños que no pudo llenarme más de gozo. Me regalaron mi nombre en mandarín, junto con su representación caligráfica tradicional.

Este es su significado:

El nombre 马希文 (Mǎ Xīwén) posee una riqueza profunda, donde cada carácter despliega una capa simbólica y cultural.

马 (Mǎ), literalmente «caballo», encierra en su sencillez simbólica una fuerza dinámica, nobleza y un impulso imparable hacia delante. En la cultura china, el caballo es signo de vitalidad, libertad y avance. Representa también la perseverancia frente a los obstáculos; no en vano existe el proverbio chino «千里马» (qiān lǐ mǎ), que se refiere a alguien de excepcional talento y resistencia capaz de recorrer grandes distancias, metafóricamente aludiendo al potencial humano ilimitado.

希 (Xī), cuyo significado central es «esperanza», lleva implícita una luz que rompe la oscuridad, un anhelo constante por algo mejor. «希» es la esencia misma del optimismo humano, la aspiración a alcanzar algo mayor que la circunstancia presente. Este carácter sugiere también rareza, singularidad, y por ende, alude a una persona que destaca del común por su capacidad para sostener ideales elevados en situaciones complejas.

文 (Wén), es un concepto amplio que abarca la literatura, la cultura, la civilización y el conocimiento. Simboliza la elegancia intelectual, el refinamiento moral, la educación y la sofisticación espiritual. El carácter «文» implica equilibrio, sutileza y belleza en la expresión escrita y hablada, evocando la imagen clásica del sabio chino que se expresa con mesura y profundidad, ofreciendo sabiduría y calma en tiempos turbulentos.

Juntos, 马希文 (Mǎ Xīwén) forma un nombre de resonancias profundas: una persona que combina la fortaleza y el empuje del caballo (马), con la esperanza y singularidad de los grandes soñadores (希), y la cultura refinada y el intelecto iluminado del sabio (文). Este nombre no solo denota el equilibrio entre fuerza física, espíritu optimista e intelecto cultivado, sino que también sugiere una trayectoria vital marcada por la determinación, la búsqueda de significado existencial y una profunda conexión con la tradición cultural e intelectual.

domingo, 14 de julio de 2024

Cálmate: tu teléfono no está escuchando tus conversaciones. sólo está rastreando todo lo que tecleas, cada aplicación que utilizas, cada sitio web que visitas y cualquier lugar del mundo físico al que vayas

Artículo original de JONATHAN ZELLER.

Una experiencia universal de la vida moderna es hablar de algo e inmediatamente después ver un anuncio que parece que debe ser el resultado de esa conversación. Quizá le digas a alguien que estás planeando unas vacaciones y empieces a ver anuncios de vuelos y hoteles. Tal vez hables de que quieres empezar a correr y te veas bombardeado por anuncios de zapatillas deportivas. Tal vez hables de lo duro que es estar soltero y veas una serie de publicaciones patrocinadas sobre aplicaciones de citas. Cuando esto ocurre, puedes sospechar que tu teléfono esté “escuchando tus conversaciones”.

Esta creencia es falsa y paranoica. No vivimos en una distopía tecnológica en la que nuestros teléfonos inteligentes utilizan clandestinamente sus micrófonos para captar cada palabra que decimos y luego alimentarnos con mensajes publicitarios basados en ellas. La verdad es más sencilla y nada alarmante: tu teléfono sólo parece escucharte porque está recopilando datos sobre cada palabra que tecleas, cada sitio web que visitas y, mediante el seguimiento por GPS, todos los lugares del mundo físico a los que vas.

“No es sólo que confíe en la imaginación de Sam Sax. Creo sinceramente que la libertad creativa de Sam libera el potencial de nuestra liberación”. - Saeed Jones

La histérica muchedumbre del sombrerito de hojalata te insta a apagar el teléfono siempre que vayas a hablar de algo privado -como tus opiniones políticas, creencias religiosas o afecciones médicas-, como si el teléfono fuera a “oírlas” de algún modo y las empresas tecnológicas fueran a utilizar esa información contra ti. En realidad, ya saben todas esas cosas sobre ti porque saben qué fuentes de noticias lees, el contenido de tus correos electrónicos, qué páginas de WebMD* has visitado y cuánto tiempo has pasado en qué iglesia, sinagoga, mezquita o centro humanista ético. Así que ni te preocupes. No es que haya hackeos todos los días, y cada vez habrá más a medida que pase el tiempo, y algún loco amoral de la web oscura acabará viendo una transcripción de cada conversación en persona que hayas tenido. Estarán demasiado ocupados mirando una lista de con quién has hablado, a qué hora y durante cuántos segundos.

Además, no necesitas utilizar un teléfono ni siquiera un ordenador para que invadan tu intimidad. ¿Sabías que las empresas de tarjetas de crédito pueden vender legalmente datos sobre tus compras a terceros? Es cierto. Y apuesto a que, si decides intentar eludir eso comprando exclusivamente con dinero físico, probablemente tu banco te señalará como una especie de bicho raro que saca demasiado dinero en efectivo y debe estar tramando algo turbio. Es mejor rendirse. No dudes en tener una conversación en persona con tu amigo más preocupado por la privacidad sobre lo inútil que es resistirse. Su iPhone o Android no lo captarán y, sinceramente, como si lo que dices fuera tan interesante. Sé realista, amigo mío. A nadie le importas.

Nuestra avanzada tecnología de la información tiene muchas ventajas, muchas de las cuales proceden de la personalización que obtienes cuando las empresas conocen tus preferencias. No puedes cambiar el mundo en que vivimos, así que lo mejor que puedes hacer es relajarte y disfrutar de lo bueno del siglo XXI. Y aunque pueda resultar inquietante enfrentarte a aquellos aspectos más oscuros de ti que atesoran las empresas, al menos puedes consolarte con el hecho de que tus conversaciones de voz a voz siguen siendo inviolables y, por muy extraños que parezcan los anuncios que te ponen, tu teléfono no te está espiando.

Por cierto, acaba de producirse una actualización de software, y ahora tu teléfono escucha tus conversaciones.

* WebMD es una empresa estadounidense que publica noticias e información en internet sobre salud y bienestar.