viernes, 1 de agosto de 2008

Saber y recordar todos los cuentos

"La historia del velo es antigua. Aquí se llevaba, y ahora vuelve de la mano de los musulmanes. También de un sector de los católicos, pero sólo dentro de la iglesia. No es una moda, es un test de sumisión. Desde el momento que alguien acepta, de forma voluntaria, por supuesto, que por ser mujer tiene una serie de obligaciones exclusivas, la suerte está echada. Nunca esas exclusividades han sido expansivas, siempre, restrictivas.

Y qué casualidad, coincide que esas discriminaciones sexistas se dan en religiones cuya jerarquía está, exclusivamente, en manos del sexo contrario. Cualquier debate que roce la liturgia provoca reacciones defensivas desmesuradas, algo parecido a lo que pasa con la alergia. Aquí, un comentario de la ministra de Igualdad en torno al velo de los musulmanes ha desatado una polémica, que tachan de inoportuna, a lo mejor no lo es. Estamos en un estado aconfesional y, si hablamos de igualdad, podríamos preguntarnos por qué las mujeres deben llevarlo y los hombres no. La respuesta de los agraviados no explica la razón de la discriminación, la justifica por ser voluntaria. Claro, si no, no se usaría. Las mujeres se lo quitarían al volver la esquina y lo guardarían en el bolso.

Todas las religiones dogmáticas tienen preceptos que se asumen de forma voluntaria, la otra posibilidad es abandonar, voluntariamente, la religión por la vía de la condenación eterna. Yo, que no creo ni en la verdadera, siento pena, la misma que espero inspirar en los creyentes, pero al oír sus justificaciones he regresado a la infancia, a cuando, sin saber por qué, iba a misa de forma voluntaria, y me he sentido viejo porque, como León Felipe, he tenido la impresión de que me sé todos los cuentos
".

Lo contó el Gran Wyoming en Público el 28 de junio

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