La Sala El Sol es incontestablemente un fósil viviente, lugar de referencia de la movida madrileña, hoy sobrevive como excepción y gracias a la permanente renovación de sus fieles, muy lejos de la decadencia. Conserva, eso sí, una acústica deplorable, ocupando un sótano profundo, cerca de las moradas de Belcebú.
En aquel local de Jardines, 3, la historia de la música se comenzó a escribir en 1979 y ha dado lugar no sólo a un espacio para el sonido y la modernidad, sino para la cultura en general. Presentaciones de libros, discos, rodajes y entregas de premios, todo esto y más, configura el retrato de lo posible entre sus cuatro paredes.
Es más fácil mencionar a quien no ha pasado por allí que lo contrario. En cualquier caso yo tengo un recuerdo muy especial de un concierto de Fito Páez a mediados de los 90, con tan sólo un piano de cola y sus múltiples registros de voz.
Larga vida al Rock'n'Roll.
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Sé buena persona y por favor no castigues mis marchitas neuronas con otra escritura que no sea la respetuosa con la puntuación y la ortografía, el censor que llevo dentro te lo recompensará continuando dormido.