Las películas de ciencia ficción distópica a menudo tienen
el barniz de la plausibilidad. Por ejemplo, la premisa de un mundo sobrepoblado
(Soylent Green), o una tierra congelada (The Day After Tomorrow), o una
epidemia de infertilidad (Children of Men), generan horror voyeurista, pero
rara vez poseen la credibilidad para provocar la ansiedad de que se trata de un
mundo real, que probablemente llegará. La película Gattaca de 1997, escrita y
dirigida por Andrew Niccol, es una excepción. La tecnología ha alcanzado la
visión distópica de Niccol de una sociedad en la que cada miembro está
categorizado y determinado por su origen genético. El año pasado, un
bioingeniero chino anunció la edición de la línea germinal y el nacimiento de
niñas gemelas utilizando la tecnología CRISPR.
En el mundo de Gattaca, la selección preimplantacional y la
ingeniería genética han generado una cultura de discriminación basada en las
puntuaciones genómicas. El héroe de la historia, Vincent (Ethan Hawke), tiene
la mala suerte de ser concebido a la antigua usanza, su genoma dejado a la
suerte de la meiosis. Su genoma le fue leído a sus padres al nacer: enfermedad
neurológica: 60 por ciento; probabilidad de depresión maníaca: 42 por ciento;
probabilidad de enfermedad cardiaca: 99 por ciento: esperanza de vida: 30,2
años. En este nuevo y valiente mundo, Vicent es etiquetado como
"In-Valido", un ser humano no seleccionado genéticamente, examinado y
diseñado, una minoría de segunda clase, que impide cualquier posibilidad de que
cumpla con su ambición de convertirse en astronauta. El único trabajo disponible
para los de su clase es el de conserje. Sin desanimarse por su “discapacidad
genómica”, Vicent llega a un acuerdo con Jerónimo (Jude Law), un
"válido" de impecable pedigrí, pero parapléjico a causa de un
accidente. Vincent se hace pasar por Jerome usando sus muestras biológicas
-sangre, orina y cabello- para engañar a los omnipresentes dispositivos de
escaneo de ADN. Con su nueva huella dactilar de ADN, Vincent se convierte en un
astronauta en prácticas y está a pocos días de cumplir su sueño de volar al
espacio cuando el asesinato de un ejecutivo amenaza con exponer su identidad.
La descripción de Gattaca de una sociedad distópica ha
generado un debate incómodo sobre las políticas públicas. Por ejemplo, en 2003,
una Comisión de Reforma Legislativa de Australia produjo un documento de 1.100
páginas en el que se cita a Gattaca varias veces como punto de partida para un
debate sobre "las implicaciones éticas, legales y sociales de la NuevaGenética". En un discurso pronunciado en 2013, el senador estadounidense
Rand Paul se refirió a Gattaca como una advertencia para argumentar a favor de
la aprobación de la legislación que él introdujo, llamada Life at ConceptionAct.
La influencia de la película en el imaginario popular fue
confirmada de nuevo por dos libros recientemente publicados: Blueprint: How DNAMakes Us Who We Are de Robert Plomin e Innate: How the Wiring of our BrainsShapes Who We Are de Kevin Mitchell. Ambos libros examinan la influencia
genética en la variación de los diferentes rasgos psicológicos entre individuos
y ambos discuten si una distopía similar a la Gattaca está en la línea de nuestro
futuro. La sociedad representada en la película trata los genes como
determinista, una idea de la que tanto Plomin como Mitchell se esfuerzan por
distanciarse y, curiosamente, ese es también el tema de la película:
"Después de todo, no hay un gen para el destino", dice Vincent.
Según Mitchell, la forma en que los genes forman un
organismo se ve afectada en parte por lo que los ingenieros llaman ruido. Hay
una aleatoriedad en el desarrollo neural, sometiendo el proceso a pequeñas
perturbaciones aleatorias. Los gemelos idénticos comparten el mismo ADN pero no
son completamente idénticos. Incluso los dos lados de nuestro cuerpo, basados
en el mismo plan pero ejecutados independientemente, revelan pequeñas
diferencias. La afirmación de Mitchell es que gran parte de lo que se denomina
medio ambiente "es intrínseco a cada persona, y surge de la aleatoriedad
inherente al proceso de desarrollo del cerebro". Plomin, por su parte,
utiliza repetidamente la palabra "probabilístico" para describir el
efecto de nuestro genoma en nuestro destino, contrastándolo con
"determinista".
Andrew Niccol va más allá y da la impresión de que la
capacidad cognitiva general -uno de los rasgos psicológicos más hereditarios-
no está influenciada por la genética en lo más mínimo, y mucho menos
determinada. En una escena inicial, nos enteramos de que Vincent, haciéndose
pasar por Jerome, ha programado perfectamente el código de la computadora
"ni un solo error en un millón de pulsaciones de teclas" para su
próxima misión espacial. De alguna manera, a pesar de sus resultados genéticos
aparentemente promedio, Vincent es capaz de hacerse pasar por Jerome, quien
tiene un "coeficiente intelectual fuera del registro".
Eso hace que uno se pregunte por qué las autoridades de
Gattaca dan tanta importancia a las puntuaciones poligénicas. ¿Qué importa si
Vincent fue concebido en la parte trasera de un coche si puede imitar a un dios
genéticamente modificado? La película pasa por alto esta contradicción,
implicando que el estudio compulsivo de Vincent de un "libro de texto de
navegación espacial" es todo lo que se necesita para cumplir con los
requisitos del trabajo. Pero si Andrew Niccol esperaba que este punto de vista
fuera finalmente reivindicado por la investigación genética, estaba equivocado.
Según Plomin, más de 50 años de genética conductual han demostrado que "...las
diferencias genéticas entre las personas representan alrededor de la mitad de
sus diferencias en las pruebas de inteligencia." Mitchell afirma que
"...la inteligencia es “genética”, en el sentido de que se basa en un
programa complejo codificado en nuestros genomas y puede verse seriamente
afectada por mutaciones que comprometen ese programa".
Así que Gattaca resultó profética, pero no del todo como
Niccol pretendía. Creó una distopía que se basaba en lo que él consideraba un
malentendido sobre la influencia de los genes en nuestros destinos. Pero, de
hecho, no fue un malentendido; ha sido confirmado por la investigación
genética. Los señores de la sociedad que Niccol representa tienen razón sobre
la ciencia y él estaba equivocado. En lo que Niccol se equivocó es que una
sociedad en la que los padres deciden fertilizar numerosos embriones y decidir
cuál implantar y llevar a término, como hacen en Gattaca, no será tan distópica
como él se imagina, porque la desigualdad creada por la ingeniería genética no
necesariamente conducirá a un tratamiento desigual, como tampoco lo será la
desigualdad genética generada de manera aleatoria. Como dice Plomin,
"Los padres fundadores de los Estados Unidos no pretendieron decir que todas las
personas fueran creadas idénticas... iguales no significa idénticas. Si todos
fueran idénticos, no habría necesidad de preocuparse por la igualdad de
derechos o de oportunidades. La esencia de la democracia es que la gente es
tratada justamente a pesar de sus diferencias".
Lo que no es negar que la edición de genes enfrentará a la
sociedad con dilemas éticos sin precedentes. Una sociedad de dos castas, como
la de Gattaca, no está descartada, pero sólo si permitimos que se desarrolle.
Es totalmente posible que mientras que el acceso inicial a la ingeniería genética
se restrinja a los súper ricos, los subsidios gubernamentales podrían
eventualmente hacerlo accesible universalmente. Gattaca es una película
excelentemente hecha, pero su visión de la discriminación genética no debe ser
confundida con un futuro inevitable.
Artículo de George Schifini, publicado en Quillette.
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